El período helenístico duró
desde 323 a. C., cuando terminaron las guerras de Alejandro Magno, hasta la anexión de Grecia por
la república romana en
el 146 a. C. Aunque el establecimiento del reinado romano no rompió
la prolongada continuidad en la sociedad y la cultura helenísticas –que se
mantendrían en la misma forma básica hasta la llegada del cristianismo– sí señaló el final de la
independencia política griega.Durante el período helenístico, la importancia de
«la misma Grecia» (es decir, el territorio de la actual Grecia) se reducía
bruscamente por el mundo grecoparlante. Los grandes centros de la cultura
helenística eran Alejandría y Antioquía, las capitales de Egipto ptolemaico y Siria seléucida respectivamente.
Las conquistas de Alejandro tuvieron
varias consecuencias para las ciudades-estado griegas. Ampliaron enormemente
las fronteras de los griegos y acabó en una emigración continua, especialmente
de los jóvenes y los ambiciosos, hacia los nuevos imperios griegos al este. Muchos
griegos emigraron a Alejandría, Antioquía y a las muchas otras ciudades
helenísticas nuevas que se fundaron en la estela de Alejandro, tan lejos como
los actuales Afganistán y Pakistán, donde sobrevivieron los reinos grecobactriano e indogriego hasta los finales del siglo
I a. C.Después de la muerte de Alejandro y tras varios conflictos, su
imperio se dividió entre sus generales, resultando en el Reino Ptolemaico(basado
en Egipto), el Imperio seléucida (basado
en el Levante), Mesopotamia y Persia,
y la Dinastía Antigónida (basada
en Macedonia). En el período
intermedio, las polis de Grecia pudieron recobrar un poco de su libertad,
aunque tenían que rendirle cuentas nominalmente al Reino Macedonio. Las
ciudades-estado se quedaron en dos ligas: la Liga Aquea (incluyendo Tebas, Corinto y Argos)
y la Liga Etolia (incluyendo
Esparta y Atenas). En la mayor parte del período hasta la conquista romana,
estas ligas solían estar en guerra entre sí, mientras se aliaban a partidos
distintos en los conflictos entre los diádocos (antiguos generales de Alejandro,
herederos de su reino).
El reino antigónida de Macedonia se
implicó en una guerra con la república romana a
finales del siglo III a. C. Aunque la Primera Guerra
Macedónica quedó inconclusa, los romanos siguieron haciendo la guerra
con Macedonia en las denominadas «Guerras Macedónicas».
Coincidentemente con el desarrollo de la Segunda Guerra
Púnica entre Roma y Cartago, durante la
Primera Guerra Macedónica el reino antigónida, bajo Filipo V,
se alió con Cartago. Dicha alianza no tuvo mayores consecuencias e, inclusive,
en esta lucha entre grandes potencias como Macedonia, Roma y Cartago, algunos
sectores griegos tomaron partido por Roma. Hacia el año 168 a. C.,
finalizada la Tercera Guerra
Macedónica y derrotado Perseo ―heredero
de Filipo V―, Macedonia fue anexada por Roma y dividida en cuatro repúblicas
independientes que no tenían permitido ni el comercio ni el matrimonio entre
sus habitantes. En 150 a. C., Andrisco diciéndose hijo de Perseo de
Macedonia, realizó varias ofensivas contra Roma, hasta su derrota y la
conversión definitiva de Macedonia en provincia romana.